miércoles, 2 de diciembre de 2015

El misterio y el encanto de la práctica docente

Quiero compartir con uds. una producción de una de nuestras estudiantes de Taller de Docencia IV del Profesorado en Ciencias de la Educación al finalizar su experiencia de práctica en el nivel superior. 
Se trata de un poema que resume y expresa la mezcla de sensaciones, emociones, pensamientos, intercambios, cuestionamientos que incluye "la clase" y con las que me identifico plenamente.


Con la autorización de la autora los invito a disfrutarlo:

LLegar a la clase.
Habitar el aula enteramente.
Con todo lo que soy, con cada una de las historias
que me hicieron ser.
Con los pasos tímidos de una profesora naciente.
Y los pasos impulsivos de vieja estudiante.
Llego con las marcas de la escuela en mis pies, en mis gestos, en mi alma.
Llego con los ojos inquietos, ávidos, brillosos.
Y entonces, el encuentro.
El reconocimiento de cada rostro, de sus gestos.
El sutil juego de comenzar a descubrir
lo que no se dice, lo imperceptible, lo más humano entre lo humano.
El particular ritmo de la clase, con sus matices, con sus vivencias.
Cada estudiante, con el puñado de historias que las hicieron ser.
Que les permiten estar ahí. Que las construyen y las pueblan.
Autores, tizas, teorías, palabras. Fiesta de conocimiento.
Provocar que se animen a hacer algo nuevo.
Pensar de repente, en algo en lo que nunca nos habíamos detenido.
Ver surgir una idea, convertirla en palabras, volverla sonido, darle vida.
Brindarme entera y recibirlo todo.
Eso es lo que ocurre en cada encuentro.
Y es cierto que de ese juego nadie sale ileso.
Nadie puede, ni debe salir de una clase, igual a como llegó.
Y ese es precisamente, el vertiginoso y bendito juego.
Que quiero para mí, lo que quede de mis días.
Simplemente porque no puedo imaginarme de otro modo, en otro lugar.
Y cada clase quiero más.
Quiero un poco más, de ese tiempo sin tiempo.
Que se parece tanto a bailar.
Que se parece tanto a volar.
Quiero que todas las cicatrices y todas las huellas,
que todas las palabras y todas las esperas
en mi corazón estén escritas con tiza.
Agostina Bessone.
Espero los regocije y emocione tanto como a mí. 
Sandra.

4 comentarios:

  1. ¡Qué lindo poema, Sandra! Gracias por compartirlo.
    Griselda

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  2. Me gustó muchísimo tu aporte Sandra... hermoso y buen recurso para la reflexión y el intercambio... Fernanda

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